Selfie

La niebla se había quedado en el fondo de los valles y La Serra, un pueblo de la Baronía de Rialp, cerca de Pons, lucia un cielo estrellado inconmensurable. Las luces de la presa iluminaban la niebla dando un toque espectral al ambiente. Cargué con el trípode, la mochila con todos los trastos y salí a dar una vuelta. Por primera vez me encontré a uno de los sus dos habitantes censados con el que mantuve una pequeña charla y empecé a hacer algunas fotos.

Tenía claro que no quería ir hacia el lado más peligroso, un lugar con una balsa de aguas verdosas y profundas en la que se han ahogado algunas personas. Indefectiblemente y casi sin darme cuenta estaba allí, a apenas unos pasos.

Me aleje con cuidado y cuando regresaba, escuche las voces de mis amigos que me llamaban, habían salido a buscarme y de paso a estirar las piernas tras los excesos del día (y de todas las fiestas). Las botellas de cava habían caído, como en una caseta de feria, una tras de otra durante la larga comida (un arroz de montaña estilo Castellbó). Fuimos caminando hasta una de las dos salidas del pueblo y acabamos haciéndonos un selfie nocturno de 15 segundos en el que incluso Lola, el perro de nuestros amigos, se quedo quieto para salir inmortalizado.

Mientras nuestros amigos Andreu, Félix y Marta, se quedaban quietos como estatuas en posiciones inverosímiles y Jesús jugaba con la brasa de su cigarrillo haciendo espirales, yo tuve tiempo de pulsar el disparador, correr y colocarme en plan fantasmal (a la derecha de la foto) junto con ellos, para posar con el espectacular fondo estrellado (en la foto, encima del árbol, un poco a la izquierda, se puede distinguir fácilmente la famosa constelación de Orión, Mintaka, Alnilam y Alnitak entre Betelgeuse, Rigel, Bellatrix y Saiph). A la foto sólo le faltan las risas que nos echamos mientras permanecíamos quietos.

El largo fin de semana (del jueves al domingo), tuvo esta parada el sábado noche que nos proporcionó durante unos breves momentos una magia que perduro en nuestros sentidos el resto de la velada. Sólo al amanecer se desvaneció junto a otros miles de sueños. Por suerte nos queda el recuerdo y está foto del fantástico fin de semana navideño.

© Ricard de la Casa – diciembre 2014