Into the magic world

Las ruinas contienen nuestras huellas. Historias humanas olvidadas. ¿Cuántos habrán pasado por allí con sus emociones a flor de piel? Risas, alegrías y tristezas se entremezclan en un coctel de sentimientos y deseos.

En cuanto las vi, me sedujeron. Esos arcos exquisitos llenos de vegetación, justo al lado de una ruta muy transitada y a la vez invisible a sus ojos. La explosión de verde, magma de vida y a la vez un olor putrefacto de muerte y desolación. Puertas que ya no llevan a ningún lugar.

Mientras catalizas todo eso, compones y disparas. Te gustaría que la máquina fuera algo más, un pasaporte al pasado para ver esos otros tiempos y entretenerte hablando con aquellos esos otros que por allí pasaron.

Dejas que Cupido sintonice nuestros corazones mirando al cielo con una flecha invisible. Un mensaje a aquellos que fueron y a aquellos otros que dentro de algunos lustros pasen por allí y se detengan extasiados ante la entrada a este mundo mágico.

Y te gustaría fundirte, ser parte del todo y perdurar.

© Ricard de la Casa – texto e imagen mayo 2016

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País de fades

Aunque no llovía, acabé con las botas embarradas, los calcetines mojados, los pantalones húmedos, la chaqueta chorreando y la cámara Canon secándola constantemente con un pañuelo. Es lo que tiene adentrarse por los bosques de «El Serrat» después de varios días de lluvia intensa.

El musgo de intensos colores verdes y amarillos, afloraba intenso y le daba a la vegetación un ambiente mágico, casi de cuento de hadas.

La furia del agua al bajar, impedía captar ningún otro sonido.

La sensación era de estar aislado en un planeta diferente, de haber viajado hasta un lugar extraño, más allá de nuestra realidad.

Pensé en darle a la imagen un cariz acorde con esas sensaciones / emociones. Y, aunque pueda parecer un HDR (Imagen de alto rango dinámico), no lo es.

Tengo que volver por allí cuando el agua baje más calmada y me deje disfrutar de los sonidos del bosque. Quizá descubra algún ave ansiosa, una ardilla o millones de insectos pululando.

© Ricard de la Casa – texto e imagen mayo 2016

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