Populismo

El patético artículo de Esperanza Aguirre hoy en el Diario ABC (5/9/2014), «El Populismo» muestra a las claras hasta dónde se puede llegar con tal de intentar alcanzar tus objetivos.

No doña Esperanza, usted no es el poeta Jaime Gil de Biedma, por más que comparta apellido y la utilización de Yeats clama a la más burda de las manipulaciones. Como tampoco lo es relacionar el nazismo, Hitler, Goebbels con Pablo Iglesias y Podemos. Sencillamente siento asco de ver como asocia palabras para obtener pingues beneficios, en base al temor de la gente, en base a gritar algo tan gastado como ¡Qué viene el lobo! Usted no es la primera, y por desgracia tampoco será la última. Es algo tan habitual, que ustedes se han apuntado al mismo carro del populismo, la demagogia y de la manipulación como medio para alcanzar sus objetivos.

Por suerte, la España del siglo XXI no tiene nada que ver con aquella Alemania de mediados de los años 20 y principios de 1930. Los españoles y resto de europeos están a años luz de aquella sociedad con un gran porcentaje de iletrados. Además, las tecnologías actuales nos permiten analizar, discriminar, sopesar con detenimiento todos la información que nos llega. Se acabo el tiempo en el que la información llegaba sesgada, o simplemente no llegaba.

No señora Esperanza Aguirre Gil de Biedma, no es ninguna sorpresa que Podemos haya aparecido. Es algo de lo más normal y la historia tiende a repetirse. Cuando la situación de los partidos políticos clásicos está tan deteriorada, cuando es imposible leer un diario, escuchar la radio o ver la tele sin que sientas vergüenza de la cantidad de defraudadores y ladrones que pululan a nuestro alrededor. De la cantidad de políticos de todo signo dispuestos a venderse por una bolsa de monedas y de hacerlo con una desfachatez rayana en el insulto, como si fuéramos los invitados de piedra a su particular fiesta en la que lo único que hacen es reírse de nosotros, no es que sea normal, es que se hace necesario canalizar toda esa rabia y frustración en busca de soluciones.

¿Cómo cree que me sentí cuando Carlos Fabra decía: “No han entendido nada” refiriéndose a su aeropuerto o cuando Maria Dolores de Cospedal soltaba aquello de “una indemnización en diferido en forma de simulación”. Ni usted ni ellos pueden dar clases de ética precisamente. No necesitamos salvadores de la patria que nos vengan a demostrar con apasionada intensidad lo mucho que aman a la libertad cuando día a día nos enseñan que justamente lo suyo, es todo lo contrario, coartar libertades, eliminar el progreso social y sustituirlo por el beneficio de unos pocos.

Usted es el ejemplo más preclaro de esas políticas y no tengo que demostrar nada. Cualquiera puede acudir a las hemerotecas y averiguar qué se hizo y cómo para sacar sus propias conclusiones.

Democracia es la voluntad de la mayoría, a veces nos equivocamos al otorgar una mayoría. Ha ocurrido, ocurrirá, no es ni extraño, ni perverso.

Defienda sus ideas pero, para ello, no manche, ni atemorice a los ciudadanos. Eso sólo significa que usted no tiene argumentos. Ahora resulta que usted me tiene que explicar a mi, lo que es una manipulación y hacerme ver que me están engañando. ¿Dónde me sitúa eso? Me dice que no soy capaz de discernir, ni de evaluar. Si quiere discutir o debatir argumentos hágalo pero no me ponga usted como excusa. Y sobre todo no manipule. Yo le diría que se ilustrara un poco más, no por incluir en su artículo más nombres le va a quedar este más creíble ni más intelectual –de hecho sólo demuestra su poca perspectiva–. Le sugiero que se lea en estas vacaciones “Los siete pecados capitales” de Gustavo Martín Garzo y su hija Elisa Martín Ortega, es una lectura refrescante que para estas fechas va realmente bien.

© Ricard de la Casa – septiembre 2014.

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