Suma y sigue

En estas fechas te paras a pensar unos momentos en lo que llevas de recorrido y piensas un poco en el futuro (no mucho, no sea que los nubarrones empiecen a mojarnos). Esta imagen de la Torre de Hércules me hace pensar en varias cosas.

Una, la flexibilidad del tiempo. Lleva casi dos milenios construido. Eso según nuestros parámetros es mucho, sin embargo, es un parpadeo para el tiempo en el que la vida se ha desarrollado en el planeta.

La segunda idea es sobre la enorme cantidad de seres que hollaron este lugar durante siglos y milenios. En especial los del género Homo. La curiosidad se impone: ¿Qué pensaron cuando lo vieron? ¿Cuáles eran sus historias? ¿Sus deseos? ¿Sus temores? ¿Cómo eran sus vidas?

La potente luz de su guía ha servido para que algunos pudieran continuar su viaje sin riesgo. Así que de todas las preguntas quizá la primera sea relevante. Formular hipótesis que nunca tendrán respuesta es bueno tan solo para reflexionar.

A cada instante, cada día, dejamos atrás un retazo de nuestra vida y avanzamos. La ventaja de estas fronteras artificiales que nos marcamos es que las podemos manejar con cierta soltura. Amplia para que hayan ocurrido bastantes cosas pero no tantas como para olvidarlas.

Iba a titular la imagen como Autorretrato. En realidad salgo yo haciendo la foto. Se me ve (más bien se intuye una sombra) a mí y al trípode que sostiene la cámara. Hice alguna sin que se me viera, pero decidí colgar está precisamente porque cuenta un cachito más de mi propia historia.

© Ricard de la Casa – enero 2018.

Puede verla en grande en mi galería de FLICKR.